sábado, 21 de mayo de 2011

LONDON, AT LAST...!



El año pasado el Eyjafjallajökull (no, no es que mi nieto se haya puesto a jugar con el teclado: es un volcán islandés), como decía, el Eyjafjallajökull, que además de un nombre feo mostró muy feas intenciones, se cruzó con mis planes de pasar unos días en Londres aprovechando las vacaciones de Feria de mi pueblo. Afortunadamente este año Ἥφαιστος se ha portado bien, los controladores aéreos estaban tranquilos y he podido realizar el aplazado viaje.

La verdad es que hace mucho que tenía que haber ido, pero lo iba postergando, pensando que no me gustaría tanto como el resto de ciudades europeas que conozco. Al fin me decidieron la National Gallery, el British Museum, la Abadía de Westminster y mi mujer, que me metió ganas.



Carlos II. El Big Ben.

 Pues bien, tengo que reconocer que todas mis prevenciones eran infundadas. Me encantó la ciudad, y no sólo los contenidos, sino el continente. El clima se portó muy bien, incluso demasiado, porque dicen que si no disfrutas de su famosa niebla es como si no conocieses el auténtico Londres. También me topé con gente muy agradable que, pese al tópico, tuvo en general mucha paciencia con mis deficiencias idiomáticas.



Algunos tópicos.

Antes de seguir quiero pediros que pongáis en cuarentena todas las opiniones que leáis aquí. Son subjetivas, desde luego, y además extraídas de una cortísima -aunque densa- estancia de cuatro días. Pero hecha esta advertencia, creo que los londinenses saben aunar un espíritu tremendamente conservador hacia una serie de aspectos de su cultura, costumbres, patrimonio etc. con actitudes vanguardistas en temas de arte, moda, urbanismo y demás, pero sin que se aprecie ninguna contradicción, sin dicotomías ni fricciones. 


Otro tópico. Guardia Real en Buckingham Palace.


Están orgullosos de su país, desde las grandes gestas históricas y los monumentos hasta sus cabinas  telefónicas,  sus autobuses de dos pisos y su té. Y son educados, al menos formalmente: siempre dando las gracias y pidiendo excusas.


Monumentos funerarios en Westminster Abbey. Arriba a la derecha: Händel


Me encantó la abadía de Westminster. La escasa anchura de la nave central (7,63 m.) acentúa la sensación de altura de sus 38,4 metros.  Además, (con todos mis respetos) en vez de las mágenes de mutilados, desollados, asaeteados, huesos, brazos incorruptos, etc. de las iglesias católicas, los muros y el pavimento están repletos de monumentos funerarios no sólo de monarcas británicos, sino de poetas, músicos, pintores, científicos e incluso actores.

 
Jinetes del friso oeste del Partenón. British Museum.
 

Imprescindible el British Museum, tanto por las obras expuestas como por su presentación.  La sala con los relieves y esculturas del Partenón con su excepcional iluminación y su espacio amplio y diáfano crea un magnífico ambiente para disfrutar del sereno, elegante y equilibrado arte del maestro Fidias.



Estela de Ur. Arte sumerio. 2.500 a.c. British Museum.

Por encima de otras sensaciones el arte sumerio me produce auténtico vértigo histórico. En particular la frescura y el colorido de esta estela de 4.500 años realizada con nácar, marfil y lapislázuli son especialmente llamativos.


León herido. Palacio de Asurbanipal en Nínive. Siglo VII a.c. British Museum.

Casi todo el mundo conoce la archifamosa leona herida con los cuartos traseros inmovilizados. He preferido mostrar uno de los leones. La escena es igualmente dramática, pero prefiero la composición, y se muestra quizás con más plenitud el exquisito estudio anatómico característico del arte asirio. Afortunadamente, en el British está permitido hacer fotografías. No así en la National Gallery, donde no pude resistirme a "delinquir" un poquito, realizando algunas tomas con la cámara escondida bajo el folleto. Ahí os muestro un Van Gog. Lo intenté con "Los embajadores" de Holbein, pero el vigilante se lo olió y no me quitaba ojo de encima.




Van Gogh. Silla. 1888. National Gallery.


Curiosamente hoy día la pintura se ve casi mejor en casa que en los propios museos, gracias a Gigapixel, Gigabyte, Art Project etc. Claro que la magia de la presencia directa es insustituible. La National Gallery es un edificio encantador, y encierra entre sus paredes obras maestras de la pintura europea desde el Renacimiento al Postimpresionismo.
Frente a una preciosa vista de Venecia pintada por Canaletto escuché las lamentaciones de una italiana:
"Questo è un disastro, veramente un furto! Questa gente hanno portato qui tutta l' Italia!..."
En cierto modo no le faltaba razón. Claro que siempre hay matices. Muchas de las obras maestras que podemos admirar hoy no habrían salido a la luz, o habrían sido destruidas, o estarían en manos privadas ajenas al disfrute público si los colonizadores británicos, alemanes o franceses no las hubieran encontrado, restaurado y conservado. Todo museo implica un cierto expolio, porque reúne piezas de orígenes diversos, y siempre habrá una nación, o una provincia, o un pueblo al que se despoja de su posesión. Pero no podemos pretender que cualquier aldea sea capaz de emprender las costosas tareas que implican la localización y el mantenimiento de su patrimonio, e incluso ni siquiera gestionar las instalaciones para exponerlo. Por otra parte, la función didáctica del Museo, facilitando la contemplación conjunta de obras de procedencias lejanas, permitiendo relacionar y comparar estilos, se perdería totalmente, y sólo personas con mucho dinero y mucho tiempo libre se podrían permitir viajar por medio mundo para ver in situ estas obras maestras. Yo soy de Osuna, y los famosos relieves ibéricos que se encontraron aquí estuvieron primero en el Louvre (los descubrieron arqueólogos franceses) y posteriormente pasaron al Arqueológico de Madrid; y a mí me parece bien, porque así lo puede ver más gente, y en cierto modo es un orgullo que esas piedras "paisanas" estén en una institución de esa categoría. Pero es una opinión, y como decía al principio, el tema presenta muchísimos matices.



Casa de Flamsteed. Real Observatorio de Greenwich. Meridiano 0º.

Una de mis múltiples aficiones es la astronomía. También soy un poco fetichista, así que no podía dejar pasar la ocasión de visitar el Real Observatorio de Greenwich. Cuando llegamos acababan de cerrar, desafortunadamente, pero al menos pudimos hacer esta foto desde la verja y colocarnos con medio cuerpo en cada hemisferio en la prolongación del meridiano que hay fuera del recinto.



Reloj Shepherd de 1852. Real Observatorio de Greenwich.

En la Torre de Londres tenemos una especie de parquecito temático, (aunque con edificios históricos) con actores vestidos de época, guardias reales dando tremendos zapatazos en el suelo, cuervos, Beefeaters y las Joyas de la Corona (literalmente). Aquí tampoco se podían tomar fotos, pero me volví a permitir la trampa. (No uso flash, por supuesto, así que solo puedo "dañar" la propiedad intelectual. Pero no hago un uso comercial de las imágenes y ¡qué demonios!, bien que cobran la entrada...



Corona de la reina Victoria



Beefeater


 Por cierto, os recomiendo que compréis alguna tarjeta turística, como el LONDON PASS (ver la web). Los museos como el British, la National y alguno más son gratuitos, pero los precios del resto de monumentos y atracciones oscilan entre las 14 y las 19 libras, así que podemos ahorrar algún dinerillo y alguna cola. Y en cuanto al transporte, entre varias opciones os sugiero la OYSTER CARD (ver). Se puede adquirir entre otros sitios en cualquier estación de metro, y se va recargando con la cantidad deseada. Ahorráis más del 50% y vale también para autobuses y no sé si para los barquitos del Támesis.  Al final se os devuelve tanto la fianza como el saldo no consumido.

 

Ambiente en Covent Garden.
Tienda de ropa en Oxford Street. (Sí, de ropa)









En cuanto al ambiente callejero la verdad es que nos sorprendió. Imagino que los pocos días que pueden gozar de buen clima lo aprovechan a tope. Nuestro hotel, el Strand Palace, se encontraba a sólo 360 metros del punto que se considera el centro geográfico de Londres: Charing Cross. Tanto en esta zona, como en Trafalgar Square, Covent Garden, Carnaby Street y Oxford Street el bullicio era sorprendente ya desde el mismo jueves. A las puertas de los pubs se aglomeraba un montón de gente con la pinta de cerveza en la mano; una especie de botellona fina, con gentlemen exquisitamente trajeados y portafolios de cuero.

Bueno, me temo que esta primera entrada me ha quedado un poco larga y no excesivamente interesante. Intentaré ir mejorando con el tiempo. A ver si me ocurren cosas maravillosas, o se me ocurren historias magníficas.



viernes, 6 de mayo de 2011

DECLARACIÓN DE INTENCIONES

Universidad y antiguo instituto de Enseñanza Media. Osuna

Ahora sí. Comenzamos.
Lo primero que debo aclarar, para mis amigos eruditos, es que el título del blog no es la frase que usaba como Ex Libris el novelista Benito Pérez Galdós. La leyenda "ARS VERITAS NATURA" (y no Ars, Natura, Veritas) aparece en el escudo de Bellas Artes. ¿Y por qué ese título? Bueno, puestos a buscar algo con lo que me identificase de alguna manera, un poco a bote pronto y sin pensarlo demasiado, resulta que mi relación con las Bellas Artes es casi tan antigua como mis más tiernos recuerdos, de cuando me pasaba el día garabateando en una de aquéllas pizarras de piedra con marco de madera, con su pizarrín también de piedra y su trapito amarrado con un cordel (¡alarde de ecología!). Después, la Facultad, y luego 37 años de profesor que están llegando a su fin gracias a la prejubilación LOE.



Pero después, buscando más justificaciones, resulta que realmente me siento muy orgulloso de ese escudo, porque puedo presumir de que ninguna insignia profesional tiene un diseñador de la categoría de la mía: nada menos que el mismísimo Leonardo da Vinci. Además me siento muy identificado con el pintor -no me interpretéis mal, no es inmodestia- por la gran variedad de asuntos que podían atraer su atención, tanto artísticos como técnicos y científicos.

Bueno. Aclarado lo del título. Ahora viene lo más complicado: decidir de qué va a ir esta historia. Claro que tampoco tengo que hacerlo ahora mismo. Si he de ser sincero, mi propósito era ir preparando el blog tranquilamente, decorándolo, buscando y seleccionando material para empezar en serio una vez materializada mi jubilación; pero los "acontecimietos" me han superado, y no puedo tener a mis seguidores esperando un mes. Pero ya que el título de la entrada es el que es, algo tendremos que decir.


 

 

Pues bien, queridos seguidores, presentes y futuros, no quisiera crear falsas expectativas. Esta página nace con el simple objetivo de ser un pequeño divertimento, una mesa de relojero en la que un feliz prejubilado irá colocando reflexiones, fotos, dibujos y enlaces varios, con la idea -quizás ingenua y tal vez pretenciosa- de que este batiburrillo pueda tener el menor interés para alguien más que para el propio autor.

Y dicho todo esto, no me queda más que agradecer a mis distinguidos seguidores la paciencia que han mostrado leyendo estas líneas, y rogarles que la sigan teniendo si las sucesivas entradas no se producen con la diligencia que ellos se merecen.

Un cariñoso saludo a todos.