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Mont Blanc (4.810 m) |
Otro mes de mayo, y otra excursión exclusivamente urbana.
Esta me la debía desde hace unos quince años, cuando una alumna llevó a clase
una guía turística de Praga para interpretar a la acuarela una de las fotos. Me
encantaron las imágenes, y decidí que tenía que visitar esa magnífica ciudad.
Aletschhorn (4195 m) - Grosser Aletschfirm - Großer Aletschgletscher |
Como propina especial sobrevolamos los Alpes con muy buena
visibilidad, por lo que pude echar un vistazo desde un ángulo privilegiado a
algunos de los escenarios del pasado verano.
Muro de John Lennon. Malá Strana.
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Impresionantes en especial el macizo del Mont Blanc y el
Großer Aletschgletscher, el glaciar más grande del macizo, con 23 km. de largo
y 120 km2 de extensión.
Aquí nació Kafka |
Esta vez he viajado con agencia, en parte temiendo el
exotismo lingüístico y también porque me apetecía delegar responsabilidades.
Pero lo cierto es que me sorprendió la cantidad de gente que hablaba español, y
si no, por supuesto, inglés. Afortunadamente, porque el checo es bastante
intratable. Pese al alfabeto latino es una lengua eslava, prima hermana del
ruso.
Reloj Astronómico. Torre del Ayuntamiento. Staré Město.
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Apenas
aprendí a decir “buenos días” (dobrý den), “gracias“ (děkuju) y “dos cervezas“ (dva
pivo). Por cierto, al fin he podido saber de primera
mano cómo se pronuncia “Dvořák” : es algo como devo
/ rryaak, sonando la “y” como una “j” francesa.
Isabel en la plaza de la Ciudad Vieja (Staré Město).
Ayuntamiento.
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Pues bien, Praga es
una ciudad preciosa, sin paliativos. Desde el Medievo al siglo XX todos los
estilos artísticos están digna y abundantemente representados. Gracias a que la
guerra la respetó, podemos disfrutar de un casco histórico armónico y
congruente como pocos. Además, al tener un ancho río -el Moldava- y laderas
empinadas, ofrece vistas panorámicas envidiables.
Detalle de la vidriera de Alfons Mucha. Catedral de San
Vito. Hradčany
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Pasamos
por Santa María de la
Victoria (Kostel Panny Marie Vítězné) y su famoso Niño Jesús de Praga.
Atravesamos el Puente de Carlos (Karlův most) con sus 516 metros tres torres y 30 estatuas.
Ventana en el "Callejón del Oro". Hradčany.
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En la
plaza de la Ciudad Vieja (Staromêstské námêstí) contemplamos la Iglesia de Nª
Señora de Tyn (Kostel Matky Boží před Týnem), donde está enterrado
el astrónomo danés Tycho Brahe, de quien se dice que murió de una infección de
orina producida por su buena educación, al aguantar en un largo banquete sin
levantarse de la mesa.
Puente de Carlos (Karlův most)
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El año 1999 se exhumó su cuerpo y se encontró gran cantidad de mercurio
en su cabello, por lo que se especuló con la posibilidad de un envenenamiento,
al que parece que podía haberse hecho acreedor ante varios candidatos, incluido
su colega Johannes Kepler.
Karlovy Vary. Río Teplá. Iglesia de María Magdalena.
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En cualquier caso este tipo de envenenamientos era frecuente entre los
científicos de la época, cosa normal si consideramos que uno de los métodos de
análisis incluía saborear los compuestos.
Isabel en Karlovy Vary. Columnata del Mercado.
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En la misma plaza vimos el famoso reloj astronómico (Staroměstský
orloj), de principios del siglo XV, que se ha convertido en uno de los iconos
de la ciudad. Estaciones, signos zodiacales, fases lunares, ortos y ocasos,
sistema horario local…
José Ángel Junto a Antonin Dvořák. Karlovy Vary
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Funciona como una especie de super astrolabio, añadiendo además las
típicas figuras autómatas que culminan con el canto del gallo. En este enlace
podéis contemplar una animación con el movimiento anual. (Ver animación)
Castillo y Catedral de San Vito desde el puente Carlos.
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Por la tarde subimos al complejo del Castillo, donde pudimos ver la Catedral, el Palacio Real, la
basílica de San Jorge, el palacio Lobkowizk, y algunas otras zona cargadas de
atractivo, como el Callejón de Oro, de sencillas casitas artesanales. También
se disfrutan desde la zona unas magníficas vistas de la ciudad.
José Ángel en el puente Carlos. San Nicolás.
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Por la noche
rematamos con una función de teatro negro y un paseo con cena en un barquito a
través del Moldava.
Malá Strana. Panorámica desde la subida al Castillo.
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El día siguiente
hicimos una excursión a la ciudad balneario de Karlovy Vary. Bordeando el río
Teplá, majestuosos hoteles, las famosas “columnatas” con las 13 fuentes
principales de aguas calientes ferruginosas, y toda clase de tiendas y
restaurantes.
San Nicolás desde el mirador del Castillo.
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Todo ello rodeado
de bosques frondosísimos y jardines encantadores. Entre otras cosas compramos
unas botellas del típico “Becherovka”, licor de 32 yerbas creado en 1807 por el
farmacéutico Josef Becher.
Santo Tomás desde el mirador del Castillo.
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En Doubí (Aich)
un barrio a 3 km. del centro, nació en 1937 “nuestro amigo” Gerhard Schmidt-Gaden. Esta ciudad, junto con el resto de los Sudetes, fue anexionada
el año siguiente al Reich alemán.
José Ángel junto a Bedřich Smetana, a orillas del Vltava
(Moldava)
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El último día, ya
por nuestra cuenta, lo dedicamos a localizar algunos rincones nuevos y a
repetir pausadamente los que el ritmo del grupo no nos permitió disfrutar
debidamente. Así, recorrimos el barrio judío, con sus sinagogas y su famoso
cementerio, que me recordó la novela de Umberto Eco que leí el año pasado. Visitamos
también las dos iglesias barrocas homónimas de
San Nicolás, una en la Ciudad Vieja y la otra en la Pequeña.
José Ángel junto a la Torre de la Pólvora. Staré Město.
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No podían faltar
dos cervecerías famosas. La primera, U Fleků, data de
1499 y recuerda un poco a algunos locales históricos de baviera. Sirven una
exquisita cerveza negra de producción propia. La otra es conocida más que por
su bebida por el servicio: las mesas son atendidas por una flota de trenecitos
eléctricos a través de una intrincada red de vías con sus cruces, puentes,
túneles y toda clase de maquetas. Se llama Vytopna, y está en la plaza de
Wenceslao. (Ver vídeo)
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Bar Vytopna. Plaza de San Wenceslao.
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Quizás los “contenidos” de esta ciudad no puedan competir con los de
otras grandes urbes europeas, como París, Londres o Múnich, pero su casco
histórico, absolutamente encantador, la convierte en una visita
imprescindible.
Na rozloučenou!