(Como siempre, las palabras en gris son enlaces que podéis abrir. Al pinchar sobre una foto se abre abajo un pequeño índice)
Este verano he dado una tregua a mis queridas montañas y me
he bajado a la llanura. Me he movido por Normandía y el valle del Loira, y
aunque temía que iba a añorar mis blancas cumbres, la verdad es que ha
resultado ser un viaje encantador y muy gratificante.
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Rouen. Gros Horloge. |
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El primer consejo, el aeropuerto. Beauvais
(Paris-Beauvais-Tillé) está a 70
km en línea recta al noroeste de Paris, y a otros 70 al
este de Rouen. Tiene todas las ventajas de un aeropuerto pequeño, en cuanto a
accesibilidad, orientación, rapidez de embarque, recogida de equipajes, etc., y
sobre todo inmediatez en la retirada del coche de alquiler y en la salida a la
carretera. Si además vuestro destino es la costa, como en mi caso, miel sobre
hojuelas.
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Catedral de Rouen desde el Gros Horloge |
La otra recomendación es que no tengáis pereza en pernoctar
en muchos hoteles: os ahorráis kilómetros y optimizáis el tiempo. Nosotros
estuvimos en cinco, y nos vino perfectamente.
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Rouen. Iglesia abacial de Saint Ouen |
Mi primera parada fue Rouen. Más que nada por no ir a
Normandía del tirón, después del cansancio del viaje. Pero valió la pena. No
hay que perderse su famosa Catedral, (aquí podéis ver sus vitrales) pintada
30 veces por Monet, y donde reposan los restos de varios duques de Normandía,
como el propio Rollon, así como el corazón de Ricardo Corazón de León.
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Ricardo Corazón de León. Catedral de Rouen |
La iglesia
abacial de Saint Ouen, que mucha gente confunde con la catedral, contiene entre
otras cosas el último órgano construido por Cavaillé-Coll en 1890, y que es uno
de los más grabados del mundo. La
Iglesia de Saint Maclou es una preciosidad, pero la estaban
restaurando y no pude ver ni la fachada. Muy interesantes también el antiguo
Parlamento de Normandía, la place du Vieux Marché, le Gros Horloge, etc. Pero
en cualquier caso, no dejéis de pasear por las callejuelas con sus viejas
“maisons a colombages”, las típicas fachadas entramadas.
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Place du Vieux Marché. Rouen |
De allí nos fuimos a Bayeux, destino del intercambio de los
estudiantes de francés de nuestro Instituto Rodríguez Marín. Escogimos este lugar
por su situación estratégica respecto a las costas normandas y por su famoso
Tapiz, que fue lo primero que visitamos.
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Tapiz de Bayeux. Cometa Halley |
No os lo perdáis si vais por allí. Es
una de esas piezas que te produce auténtico vértigo histórico, entre otras
cosas por el excelente estado de conservación de un material tan frágil.
Básicamente es un “cómic” del siglo XI sobre la batalla de Hastings, de 70 metros por 50 centímetros, con
infinidad de escenas llenas de primorosos detalles.
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Catedral de Bayeux. Fachada |
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Yo, en el crucero de la catedral de Bayeux |
No hay que dejar de visitar la Catedral y pasear por sus
callejuelas y por la orilla del Aure, donde se encuentra un antiguo molino de
curtidores.
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Río Aure. Antiguo molino de curtidores. Bayeux. |
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Casa del siglo XIII. Rue des Cuisiniers. Bayeux. |
Desde Bayeux visitamos los lugares del desembarco del 6 de
junio del 44, desde Arromanches-les-Bains hasta Colevilles-su-Mer. Vimos los
restos del puerto artificial de la playa Gold, la batería alemana de
Longues-sur-Mer, los búnkers de Omaha Beach y el cementerio americano. Resultó
sobrecogedor, pese a que nos hizo un espléndido día que invitaba al baño.
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Yo, en un cañón de la batería alemana de Longues-sur-Mer |
En
Port-en-Bessin nos tomamos unas exquisitas -y baratas- ostras con una sidra
normanda con gas. Hay algo en Normandía que me recuerda Asturias. Por cierto,
no dejéis de probar el queso Camembert, pero con con denominación de origen de
la zona, y preferiblemente del Pays d’Auge.
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Port-en-Bessin |
También es de por allí el Calvados,
un singular aguardiente de sidra. Y ya que me lío con la gastronomía, son muy
populares los mejillones (moules frites), a la marinera, a la normanda… Te
sirven una olla entera y a buen precio. Los escargots a la Bourguignonne (caracoles) no son
precisamente baratos (cada unidad cuesta más que una ostra), pero están
exquisitos, y un día es un día…
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Monumento a Patton. Avranches |
De allí nos fuimos a Avranches, pueblo que no conocía de
nada, pero que era simplemente una buena base para visitar el
Mont-Saint-Michel. Se puede ver la iglesia de San Gervasio, del siglo XVII, el
“Donjon” o torre del homenaje, el Jardín Botánico y una serie de monumentos
conmemorativos del desembarco, como el de la plaza Patton, con un busto del
general y un M4 Sherman.
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Isabel ante el Mont-Saint-Michel |
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Isabel en el Claustro de la Abadía del Mont-Saint-Michel |
En la visita al Mont-Saint-Michel no me encontré con las
colas y aglomeraciones que temía. Están reformando los accesos para recuperar
la insularidad del monte, de modo que ahora los aparcamientos están en tierra
firme y desde allí las “navettes” te llevan gratuitamente a la Abadía.
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Vacas ante el Mont-Saint-Michel |
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Islote Tombelaine desde el Mont-Saint-Michel. (Observad los grupos de excursionistas) |
Una de las cosas que me impresionó del sitio es la increíble
marea. La pillamos abajo del todo, y el agua quedaba a unos 10 km. Puede subir a
una velocidad de 6,5 km
por hora, fenómeno que ha costado a vida a algún que otro incauto.
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Yo en la tumba de Leonardo. Castillo de Ambois |
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Castillo de Ambois |
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Castillo de Clos-Lucé |
La siguiente etapa nos llevó al valle del Loira,
concretamente a Amboise. No teníamos referencias, pero era un pueblo pequeño
(manejable) donde se encontraba uno de los castillos que me interesaban, y a 12 km de otro (Chenonceau).
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Yo. Castillo de Chenonceau |
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Aposentos de Diana de Poitiers. Chenonceau |
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Aposento de las cinco reinas. Chenonceau |
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Castillo de Chenonceau |
En el primero tuve un emocionante encuentro con la tumba de mi admirado colega
Leonardo, y en el segundo disfruté del magnífico entorno y los lujosos
interiores. También visitamos Chambord, el más grande de todos, con la famosa
escalera de doble hélice que se cree inspirada en una idea de da Vinci, y los
de Blois, Chaumont-sur-Loire y Clos-Lucé aunque estos tres sólo por fuera.
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Galería del Castillo de Chambord |
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Castillo de Chambord |
No
quiero extenderme aquí con descripciones de los contenidos, así que me remito a
los enlaces que incluyo; sí quiero comentaros que son visitas francamente
recomendables.
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Maison des acrobates. Blois. 1470. |
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Castillo de Blois |
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Castillo de Chaumont-sur-Loire |
Chartres fue un destino circunstancial, pensado en principio
para romper en dos el viaje de regreso al aeropuerto, y como alternativa a Orleans
que cogía más a trasmano. Pero resultó ser una magnífica idea. Ya la imponente
Catedral de Notre Dame (ver aquí más datos)basta y sobra para justificar la visita.
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Catedral de Chartres. Vitral de la Encarnación. Pórtico Real. Siglo XII. |
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Catedral de Chartres. Rosetón norte. Donado por Blanca de Castilla. s. XIII |
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Notre Dame de la Bèlle Verrière. Catedral de Chartres |
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Centro del laberinto.Catedral de Chartres |
Sus más de 2.600 m2 de superficie
de vidrieras, la mayoría de los siglos XII y XIII, (originales) son
absolutamente sobrecogedores. El famoso “azul de Chartres” -azul de cobalto- se
puede disfrutar especialmente en muchas de las obras que han sido limpiadas
recientemente, como la inefable Notre Dame de la Bèlle Verriere.
Además hay más de 3.500 estatuas, y el famoso laberinto del suelo de la nave,
que tantos títulos de novelas esotéricas ha producido.
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Pórtico norte. Catedral de Chartres |
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Fachada oeste. Catedral de Chartres |
Pero Chartres no es sólo la Catedral. Me sorprendió cómo se
conservaba una gran cantidad de casas históricas alrededor, lo que permite
que el edificio goce de unas magníficas perspectivas. Las callejuelas que
bordean el río Eure, con sus puentecitos y los muros de las casas lamiendo las
aguas nos evocan una pequeña Venecia. Abundan las fachadas à colombage, como la
de la Maison du Saumon, o las de la calle Chantault.
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Isabel. Río Eure. Chartres |
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Río Eure. Chartres |
Como despedida, por la noche nos ofrecieron un precioso
espectáculo de luminotecnia con proyecciones sobre la fachada de la Catedral.
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Juegos de luces. Fachada de la Catedral de Chartres |
En resumen, no me ha ido nada mal en la llanura. Os
recomiendo este viaje, entre otras cosas por la gran variedad y riqueza de
experiencias que ofrece. Para cualquier consulta que tengáis, ya sabéis que mi
vena didáctica no ha muerto con la jubilación, de manera que no dudéis en
pedirme la información que necesitéis.
À toute à l’heure!
muy lindo!
ResponderEliminarbellas son sus fotos!
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